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UNA VIDA SOÑADA

UNA MADRE SIN RUMBO


Nicole (Valeria Bruni Tedeschi), una madre de 52 años, es un tiro al aire, una típica perdedora. Vive con Serge (Felix Lefebvre), su hijo adolescente, en una vivienda pública, endeudada, sin crédito bancario y sin trabajo a la vista, deambula por los parques y los shoppings para pasar el tiempo. Todo lo que toca lo arruina. La relación con Serge, el único vínculo de una familia en la que no existen tíos, hermanos, abuelos o primos, sostenida por finos hilos, se derrumba cuando, a falta de recursos, le obsequia un presente absurdo para las fiestas navideñas que provoca la ira del joven. Su vida es un fracaso sin rumbo ni objetivos, la luz en el camino parece muy distante.



Sin embargo, como todo cuento navideño, si es que se lo puede encasillar como tal, la claridad y las soluciones comienzan a surgir cerca de fin de año. Frente a su departamento se encuentra un bar que acoge a todos los vecinos de un barrio en el que la droga es moneda corriente, regenteado por Nora, Lubna Azabal, una mujer de gran corazón, dispuesta a escuchar los padecimientos ajenos. Entre ambas se establece un vínculo amoroso, un rol, el lésbico, en el cual últimamente Bruni Tedeschi viene siendo encasillada, tal como apareció en “Solo las bestias” (Domink Moll – 2019), “La fractura” (Catherine Corsini – 2021) y “Los amores de Anaïs” (Charline Bourgeois-Tacquet), vaya uno a saber por qué. Junto a Nora, aprende a ser feliz, más tolerante, se reencuentra con su hijo, surge una brecha laboral, la soledad comienza a ser un recuerdo del pasado.



Por otro lado, el suburbio parisino nada agraciado donde vive esta familia monoparental, tiene como contrapartida la recargada vivienda donde habitan con exceso de decoración en la que abundan las plantas artificiales, una suerte de refugio, un oasis ficticio que les permite sobrellevar las penurias. El director Morgan Simon no carga las tintas sobre el drama de una madre que asfixia con su exceso de amor, que, por otra parte, presenta algunos sesgos autobiográficos. El tono ligero prevalece pese a los fuertes encuentros entre Nicole y Serge.



Lo más encomiable son las actuaciones de Bruni Tedeschi y sobre todo de Azabal, una actriz que ennoblece todos los personajes que asume con una gran riqueza de recursos. Un film que gustará a los adictos a las comedias dramáticas humanistas, que muestra una Francia periférica poblada de seres que nunca serán protagonistas de la historia.



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