UN PASTEL PARA DOS
- johnlakelake
- 23 abr
- 2 Min. de lectura
UNA SOCIEDAD AMORDAZADA

Las primeras imágenes, en distintos planos fijos, acercan al espectador la cotidianeidad de Mahin (Lili Farhadpour), una viuda iraní septuagenaria cuyos hijos viven en el exterior. Regar las plantas de su jardín, comprar alimentos para agasajar a sus amigas con exquisitos platos, compartir la soledad junto al televisor que exhibe telenovelas, forman parte de su rutina. Un encuentro con sus conocidas le hace replantear su monótono presente y abrirse nuevamente al amor, un sentimiento que experimentó hace ya mucho tiempo. En su búsqueda se topará con un taxista de su misma edad, más aislado que ella, con el que compartirá una noche inesperada, placentera y azarosa a la vez.

El hecho de vivir sola representa un riesgo para la cultura iraní dominada por los hombres. Si bien toma ciertas precauciones, Mahin, lejos de intimidarse, desafía a la “Policía de la moral” cuando quieren detener a una joven por no llevar correctamente el hibaj, añora los tiempos en que iba a recitales con un traje escotado y zapatos de tacos altos, expresa su descontento cuando una vecina entrometida le comenta que le pareció escuchar voces masculinas en su hogar. Las críticas al régimen imperante surgen en boca de los personajes: recesión, dificultad para obtener visas a una cierta edad, resarcimientos ridículos para ex combatientes. Tantos reparos al gobierno actual, devino en sendas condenas a prisión a los directores Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, por propaganda contra el régimen y ofensa a la moral pública, además de exhibir la película sin la debida autorización oficial.

“Un pastel para dos” también se refiere a la tercera edad, una etapa de la vida que se puede vivir plenamente, sin ataduras ni prejuicios, si se tiene una mirada positiva. Las ganas para reencontrar el amor, romper con la soledad, el encarar una actividad distinta, demuestran que nunca es tarde para tomar un camino desconocido que abra nuevas puertas, para recorrer un largo trecho pese a que los seres queridos estén cada vez más lejos.

Para los de su generación, todo tiempo pasado fue mejor, las restricciones agobian, solo queda la música y el alcohol para refugiarse en recuerdos bien guardados en el corazón. Ganadora del Premio FIPRESCI en el Festival de Berlín del año pasado, la obra de los desafiantes directores iraníes es una sutil comedia romántica oscura, que no olvida las desmesuradas imposiciones de un sistema político condenado por gran parte del mundo.
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