UNA AUSENCIA MUY PRESENTE
El título original en inglés, “Love Sarah”, de la ópera prima de la directora alemana radicada en Inglaterra Eliza Schroeder, se refiere a Sarah, un personaje al cual solo se ve de perfil al inicio del film, ya que desaparece de la trama por un accidente ciclístico. Sin embargo, será el disparador de las actos, motivaciones, enfrentamientos y reconciliaciones del resto del elenco. Su figura se convierte en una presencia permanente, es el epicentro tanto de las reacciones como de los recuerdos.
El emprendimiento, la pastelería del título, que Sarah junto a Isabella soñaban realizar se salva del fracaso gracias a la perseverancia de Clarissa, hija de Sarah, que recurre a la ayuda monetaria de su abuela para salvar el proyecto. El negocio es el encuentro de tres generaciones, tres mujeres con una convivencia difícil en el pasado que deben unirse en pos de un objetivo, pese a las diferentes anhelos y temperamentos en distintas etapas de sus vidas. El éxito surgirá de una realidad muy actual, la diversidad étnica y cultural de muchos países europeos. La pastelería se convertirá en cosmopolita debido a la diversidad de postres ofrecidos para los variados grupos de colectividades que habitan en Londres.
El argumento la encasilla dentro de las típicas películas de superación, como tantas del cine clásico de Hollywood, donde las protagonistas sortearán las dificultades que se le presentan en el camino, encontrarán un amor y verán cumplidos sus deseos. Predomina el tono de comedia por sobre el drama, donde los enojos son pasajeros y las rupturas no son indefectibles ni traumáticas, siempre hay una puerta abierta para la reconciliación.
En el recorrido, la abuela encontrará un amigo, Isabella un novio y la nieta retornará a un gran amor: la danza. Todo en medio de postres que despertarán el paladar de los espectadores, sazonados con mucha azúcar y ofrecidos con una amplia sonrisa. Una hora y media que se disfruta sin grandes contratiempos ni profundas reflexiones.
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