JUEVES 3 DE NOVIEMBRE
Hoy, jueves 3, dio comienzo el 37 Festival de Cine de Mar del Plata en el cual se le rinde homenaje a Leonardo Favio al cumplirse diez años de su desaparición. El corto que precede el evento está formado por distintos reportajes a técnicos y actores, entre ellos un irreconocible Marcelo Marcote, que recuerdan distintos tipos de anécdotas del famoso director y actor argentino. El jueves fue una suerte de aperitivo ya que las secciones de competencia recién comenzarán mañana. La muestra se inició con dos propuestas de la Sección Autores con dos obras de directores de una gran trayectoria. El fuego lo abrió “Imperio de la luz” de Sam Mendes, cuya presentación estuvo a cargo del Presidente del Festival, Fernando E. Juan Lima y su Director Artístico: Pablo Conde.
Mendes sitúa la acción en un pueblo costero de la Inglaterra de 1980 en uno de los grandes palacios cinematográficos venido a menos, que con el correr del tiempo tuvieron que achicarse para luego desaparecer o cumplir otro tipo de funciones. Cada uno de los empleados arrastra un pasado conflictivo y un futuro incierto: Olivia Colman, la gerente, seria, depresiva, con desequilibrios mentales fortuitos; Colin Firth, el propietario que utiliza a la gerente como desahogo sexual; Michael Ward, un nuevo empleado afrodescendiente afectado por los problemas raciales; Toby Jones, el proyeccionista, con un hijo al que abandonó muchos años. El entorno que rodea a los personajes no es el mejor, ya que son los primeros años del gobierno de Margareth Thatcher con las protestas sindicales debido a la falta de trabajo y los Skinhead acechando a los inmigrantes. La película se sigue con agrado, con una buena cinematografía, una minuciosa reconstrucción de época, sólidas actuaciones, pero sin ahondar en los conflictos personales y de la sociedad de aquella época. Un comienzo aceptable que evoca los grandes tiempos del cine con sus películas y actores en un festival con propuestas para todos los gustos.
“As Bestas” de Rodrigo Sorogoyen, fue el plato fuerte de la noche que el público premió con una presencia desbordante. Un thriller psicológico intenso que tiene una vez más como protagonista a Denis Ménochet, un granjero francés ecologista instalado en un pueblo de Galicia, que se opone a un proyecto de parque eólico que podría contaminar la tierra, pero que es la carta de salvación económica de sus vecinos. Su actitud le gana la antipatía del pueblo, en especial de dos hermanos, Luis Zahera y Diego Anido, que viven con su madre. Lo que comienza con una discusión pasa a la acción, para llegar a un punto sin retorno en un choque de clases sociales en el que prevalece lo animal sobre lo racional. Dos horas largas de tensión sostenida en las que Zahera se luce como el villano de turno, con un manejo del suspenso y la intriga que como pocos domina Sorogoyen.
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