LO QUE FUIMOS VIVE SIEMPRE
LOS INESCRUTABLES VÍNCULOS FAMILIARES
“Puedo amarte aunque estemos lejos” dice el primer verso de la canción de Akiko Yano que se escucha con los créditos finales y que fue la fuente de inspiración del director Koji Fukada, muy afín al cine de Hirokazu Kore-eda, ya que explora la noción de familia biológica y nuclear.
Taeko (Fumino Kimura) y Jiro (Kento Nagayma) conforman una pareja aparentemente feliz. Casados hace seis meses, conviven con el pequeño Keita de seis años de edad, fruto de un matrimonio anterior de Taeko. Sin embargo, los planos que encuadran a los esposos de espaldas, de costado, separados por algún marco o mobiliario, sin mirarse de frente a los ojos, indican una cierta frialdad en la relación. De a poco, surgen las rispideces con la presencia del suegro de Taeko, que hubiese preferido una candidata mejor para su hijo y no una de “segunda mano” tal como le endilga en la cara a su nuera en medio de una reunión familiar.
El accidente casero que cobra la vida de Keita, campeón del juego de mesa Othello, no hace más que profundizar las heridas de los cónyuges con la aparición de una antigua novia de Jiro, bendecida por su padre, y sobre todo con el resurgimiento de Park (Atom Sunada), el ex marido de Taeko que abandonó a la familia a los pocos meses de haber nacido el pequeño. Las dudas y las vacilaciones reflotan sentimientos que habían permanecido ocultos en el inconsciente de la pareja, el vínculo se agrieta, se resquebraja. Si bien el duelo dispersa las energías como en “La habitación del hijo” (Nanni Moretti – 2001), el drama no llega a ser tan intenso debido a ciertos giros inesperados del guión sobre el final que pondrán la nota cómica.
Vale la pena detenerse en el personaje del ex marido, un coreano, sordo e indigente que es ayudado para salir de su situación por el matrimonio, ya que ambos son trabajadores sociales. A diferencia de lo que ocurre normalmente en las películas, su personaje no está retratado con rasgos bondadosos, puros o angelicales que lucha contra su discapacidad. Park, oculta secretos que dejan un sabor amargo en Taeko que lo había recibido con los brazos abiertos y con aires de reconciliación. Una vez más, como en la reciente “Vidas pasadas” (Celine Song – 2023) existe un triángulo amoroso en el cual la mujer oficia de comunicadora entre los hombres que hablan idiomas distintos, en este caso el japonés y la lengua de señas.
El agua, es un elemento que está muy presente, tanto en el accidente, como en los reiterados baños de inmersión de los protagonistas, junto a la presencia de la lluvia en momentos cruciales. Según la tradición oriental, el componente acuático está relacionado con la vida espiritual, el crecimiento interior para recuperar la armonía del propio ser, un bálsamo purificador, en definitiva: un cambio interior.
“Love Life”, es una aproximación a los inescrutables vínculos familiares que se pregunta cuánto se conoce de la persona que vive a nuestro lado y si se prefiere seguir en la ignorancia para preservar la relación. Una excelente investigación sobre el significado de la familia de la mano de un prestigioso director.
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