EL AMOR NO TIENE EDAD
La cinematografía francesa se ha caracterizado por abordar temas espinosos con buenos resultados, aceptados por un público local muy adiestrado en el séptimo arte. El romance entre un doctor de 45 años casado con dos hijos que abandona su estabilidad familiar por una viuda septuagenaria con un Alzheimer incipiente, en manos de directores de otras latitudes podría haber rozado lo inverosímil, el ridículo, sumado a comentarios suspicaces. El hecho de que el resultado llegue a buen puerto se debe fundamentalmente al sólido elenco que rodea la historia en el que se destaca la pareja protagónica compuesta por Fanny Ardant (Shauna) y Melvil Poupaud (Pierre) y los secundarios Cécile de France (Jeanne), la esposa despechada, Sharif Andoura (George), un amigo del médico y Florence Loiret Caille (Cecilia) la hija de la viuda.
“Los jóvenes amantes” muestra que el amor es ciego, no tiene fronteras, cuando la pasión se desata no hay límites que se interpongan, pero por sobre todas las cosas, teniendo en cuenta las dificultades que rodean al vínculo amoroso expuesto, lo importante es el aquí y el ahora, el vivir el momento y no desperdiciar ni un instante de nuestras valiosas vidas. “Respiramos el mismo aire” le dice Pierre a su amante en concordancia con el aprovechamiento del tiempo. El dolor (la separación para él, la enfermedad para ella), la proximidad de la muerte, Pierre es un oncólogo que lidia con casos terminales, la confrontación y reacciones de los hijos son algunas de las cuestiones que surgen a lo largo de la trama.
La película, un proyecto de la directora Sólveig Anspach fallecida de cáncer en el 2015 y que vio la luz a través de la directora y guionista Carine Tardieu, muestra la otra cara de la moneda cuando la diferencia de edad toma otro sentido, ya que lo normal es ver en las pantallas amoríos entre hombres maduros con mujeres mucho más jóvenes. Tardieu rompe ese tabú y va más allá al mostrar con detenimiento en un vestuario, los cuerpos desnudos de mujeres de la edad de Shauna en un marco natural de total libertad. No hay complejos ni secretos, se muestran tal cual son con gran independencia, sin importarles la opinión ajena sobre el deterioro físico.
La obra, basada en un hecho real de la vida de la madre de Anspach, deja en su camino corazones rotos, relaciones familiares oscilantes, en un relato íntimo tratado con mucho respeto en el que las piedras que pueda poner el envejecimiento, no son obstáculo para el desarrollo de un amor pleno e intenso.
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