UN MENSAJE ECOLÓGICO
Los cambios de rumbo en la vida de los personajes de ficción que pueblan las pantallas cinematográficas coinciden con algún estado de excepción que los marca y los induce a elegir un nuevo destino como objetivo. Es el momento de sopesar prioridades, deseos, necesidades, aspiraciones no cumplidas. Pierre (Thomas Salvador), un ingeniero soltero parisino que trabaja en una empresa que diseña robots para cocina, decide abandonar su cómodo apartamento, su trabajo y su familia atraído por la montaña, un imán irresistible, una nueva fuente de energía que lo revitaliza. Su único contacto social será Léa (Louise Bourgoin), una chef de un restorán en un refugio de montaña.
Filmada en “L’Aiguille du midi”, una de las montañas del Macizo del Mont Blanc a una altitud de 3700 metros, los paisajes que rodean el lugar que se alcanza con un teleférico, son de una belleza inconmensurable. La aproximación de Pierre a la naturaleza en bruto, comienza con la elección de una carpa para su vida en las alturas, esquía, se introduce en un bosque donde pasa la noche como primer aclimatamiento. Una vez en la cima, arma su vivac en medio de la nieve, para comenzar a explorar los distintos glaciares y picos que rodean el lugar con caminatas y escaladas que destilan adrenalina. El comienzo, con las magníficas vistas, tiene una impronta documental, para luego pasar a la aventura con algo de suspenso al adentrarse el protagonista en sitios peligrosos. Por último, surge el tono fantástico, algo que el director Thomas Salvador ya había utilizado en su debut en el largometraje con “Vincent” (2014).
El contacto con criaturas luminosas que se desplazan en la oscuridad por cuevas y grietas glaciares le dan un toque alienígena y enigmático con claras connotaciones al calentamiento global. El cambio climático se hace presente con cartelería, comentarios y derrumbamientos que amenazan a los montañistas que incursionan en el Valle Blanco.
“La montaña”, premiada en la Quincena de Realizadores de Cannes 2022, puede ser considerada como una experiencia metafísica, una ensoñación de un hombre que le da las espaladas a la ciudad, que huye de la civilización para refugiarse en una vida ermitaña en contacto con una naturaleza hostil, desafiante y a su vez pletórica.
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