TRES PISOS
En una calle nocturna una embarazada aguarda un taxi cuando de pronto surge un auto de manera descontrolada que se estrella contra una casa. A partir de ese momento se disparan tres historias que implican a la mujer que está encinta, al alcoholizado conductor del vehículo y al propietario del inmueble afectado por el choque.
Tres relatos sobre las familias de los partícipes en el incidente a lo largo de diez años, que a su vez se dividen en subtramas en una compleja telaraña de narraciones, más propias de una telenovela o una miniserie que de un film de tan solo dos horas. En ese largo recorrido, la muerte, las confrontaciones y los vínculos afectivos deteriorados teñirán las acciones con el paso del tiempo. Para ello, Moretti se rodeó de un gran elenco encabezado por Riccardo Scarmacio, Margherita Buy y Alba Rohrwacher que no luce como en otras oportunidades, tal vez por la precipitación de ciertas situaciones que debieron tener más desarrollo, algo que la duración de Tres pisos no permite. No obstante, las acciones se siguen con sumo interés debido a los inesperados giros de la trama que involucran a una docena de personajes.
El número tres, como una constante (tres pisos, tres familias, tres etapas de la vida) marca las coincidencias en un espacio físico común, pero donde las discrepancias parecerían conformar un engranaje deteriorado que solo hacia el final parece estar correctamente aceitado. Moretti presenta una película dispar, con aciertos y errores que debió tener otro formato para poder disfrutarla más.
No comentaré ni la chilena Proyecto fantasma ni la española Sis diez corrents, por no llevar en las funciones a las que asistí el correspondiente subtitulado que compete a una película que participa de la Competencia Internacional
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