EL TRABAJO COMO CATARSIS
El primer largo de Guadalupe Yepes tuvo su génesis en el corto “First Round” (2018) en el cual una pareja se reunía en un restaurante para analizar el futuro de una relación acechada por la desconfianza. En “Corte”, la directora extiende el relato autobiográfico dando cabida a otros personajes y nuevas situaciones que permiten profundizar la ruptura sentimental en la que se vio envuelta la autora.
La escena en el restorán, clave al develar el conflicto, por el estilo cinematográfico se acerca al cine de Hong Sang-soo, con el uso del plano fijo, el zoom para acercar o alejar los rostros de la pareja y la ubicación de ambos enfrentados en una mesa mientras mantienen un extenso diálogo. Un encuentro en el que la tensión va in crescendo con reclamos, reproches y voces que se alzan más de lo prudente. Cada uno a su modo intenta justificar el estado actual del vínculo: ella insiste en recomponer el idilio, mientras él lo retacea debido a la incomodidad de sentirse espiado pese a reconocer su infidelidad.
Un atisbo de recomposición resulta en un momento fugaz que se consume en un fin de semana. La presunta armonía y felicidad dan paso de nuevo al rencor, el desplante y el llanto. Vanesa (Gilda Scarpetta) no acepta la transformación del amor en amistad que le propone Joaco (Alejandro Catalán), la sugerencia es como un abismo sin fin. Solo a través de un guión que Vanesa escribe para la realización de un corto, le permite volcar todo el dolor, la desilusión y la bronca que encierra su alma, una fuga que le permitirá en cierta forma aliviar sus penas.
La propuesta, sencilla y modesta se sostiene a través de la atractiva dialéctica expuesta por los protagonistas, apuntalados por un elenco solvente que los rodea en roles secundarios como Luis Machín, Cristina Banegas y María Ucedo. Un corte que puede significar la terminación de una escena, el fin de una relación, el paso hacia una nueva plenitud.
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