LOS CAMINOS SINUOSOS DE LA PSIQUIS Y DE LOS LABORATORIOS MEDICINALES
El plano inicial muestra a una adolescente aterrada que huye por un pasillo, de pronto, una imponente figura masculina, vestido con un “hasmit suit”, trajes impermeables que se usan para manejar materiales peligrosos utilizados por los médicos durante el COVID, la amenaza con una especie de metralleta. La joven se detiene, duda y escapa nuevamente para refugiarse en un compartimento de un baño, imagen expuesta con acierto en un plano cenital, mientras una banda sonora punzante acentúa el clima asfixiante. De pronto aparece una celadora del colegio que tranquiliza a la alumna de una pesadilla que será recurrente a lo largo del film.
Bianca (Noelia Antúnez) es una joven que arrastra traumas desde su infancia con un padre violento, una madre ausente y un tío perverso. Sus malas experiencias repercuten en el presente con alucinaciones y angustias que se potencian cuando es víctima de un secuestrador paranoico (Germán Baudino), con visos de científico, que la utiliza junto a Noelia (Gaby Valenti), otra mujer cobayo para sus experimentos. A través de flashbacks surgen los momentos conflictivos que le tocó vivir. Al ser rescatada, luego de ocho meses, es apabullada por los medios mientras se le brinda una protección policial, ya que se supone que el raptor, asesinado por la policía, es solo un nexo de una gran organización que puede volver a capturarla.
A partir del cautiverio comienzan las oportunas críticas a los laboratorios medicinales, al poner en boca del maníaco que encarna Baudino (tal vez el director no se atrevió a otorgar esas líneas a un personaje cuerdo), las manipulaciones de los fabricantes de remedios para disminuir los anticuerpos del ser humano y así lucrar con sus productos. Por otra parte, Noelia, en una de las alucinaciones de Bianca, se refiere a las experimentaciones de los laboratorios medicinales, una clara referencia a los ensayos con las vacunas contra el coronavirus que se producían de manera expeditiva sin los tiempos de prueba necesarios. La pandemia está muy presente (el film fue realizado en el 2022), ya sea en los diálogos, como en el vestuario anteriormente mencionado que se repite en varias escenas. Por último, el film cuestiona los ansiolíticos (el director los resalta en varios primeros planos) que prescriben los médicos de manera indiscriminada, que la protagonista, ante la desesperación, ingiere sin tener en cuenta las contraindicaciones.
En el tramo final los desvaríos de Bianca aumentan, su frágil mente confunde realidad con imaginación, una lucha constante contra sus propios demonios en la que la mente pone en duda lo que percibe. El espectador se ve envuelto en ese fino juego donde los límites entre el sano juicio y la alienación son imperceptibles. El thriller psicológico de Marcelo Leguiza se torna denso, coquetea con el gore, dejando varios temas para reflexionar que poco han sido tratados por la cinematografía local.
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