COMPETENCIA ARGENTINA
“Conversaciones sobre el odio”, es un drama psicológico dirigido por Vera Fogwill y Diego Martínez, basado en una obra teatral de la directora. Es el encuentro nocturno en tiempo real entre dos mujeres en el departamento de una agente de talentos (Cecilia Roth) y su visitante (Maricel Álvarez), una actriz con una extensa e interesante carrera. El personaje de Roth, tal vez cargado de demasiado dramatismo, produce rechazo por sus características de dominación, el placer con que manipula a su amiga, su agresividad en los interrogatorios y sobre todo por su hábitat sucio y desordenado donde abundan los gatos y hasta un ave que vuela por los ambientes. Álvarez, en tanto, parece sumisa, deseosa de escapar de esa jaula que le tendió su colega en la que tiene que dar explicaciones sobre hechos íntimos que la fastidian. Durante los extensos parlamentos surgen temas como la enfermedad, el odio, la profesión, la maternidad, el suicidio, hasta una crítica a las vacunas de la última pandemia, los fármacos para combatir el cáncer y los laboratorios implicados. El exceso de diálogo que no da respiro e incomoda al espectador en un entorno asfixiante, conspira con el flujo del desarrollo. No obstante, las buenas actuaciones se sobreponen a ciertos obstáculos del guión.
En “Los terrenos” la directora Verónica Chen continúa el camino tomado en su anterior realización “Marea alta” del año 2021. La diferencia de clases, la ausencia del marido de la protagonista en una zona balnearia fuera de temporada, el deseo insatisfecho y la elección de un partenaire inapropiado para tener relaciones sexuales son temas recurrentes en ambas películas. En “Los terrenos”, la acción se traslada a la costa uruguaya y el personaje desestabilizador es César Troncoso, un intermediador inmobiliario simpático y entrador en un principio, para luego convertirse en una presencia insistente, lasciva con rasgos de acosador. Chen mantiene una prolijidad visual en las imágenes que realza una historia que se asemeja a una olla en ebullición a punto de estallar en cualquier momento. Sólidas actuaciones sostienen una obra que se sigue con interés hasta el final, aunque esté un poco por debajo de su sosías.
El accionar de sujetos inescrupulosos e intimidatorios es lo que refleja “El clan Vega”, la última realización de José Celestino Campusano. Con su cine crudo, sus personajes que arrastran la herencia de Jorge Polaco en su exaltación de la fealdad, el director se interna en el mundo de los okupas que se insertan en viviendas habitadas por familias desamparadas por la ley. La desprotección favorece la aparición de individuos siniestros que utilizan todas las armas del delito para conseguir sus fines. Ambientes míseros donde predomina el abandono, clases sociales de escasos recursos, individuos débiles e indefensos que son sometidos, actuaciones realistas completan el marco de una historia sórdida en la que los buenos no tienen cabida.
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