MIMANG
Tres momentos en la vida de un personaje
Una mujer que trabaja en la industria cinematográfica se encuentra, por casualidad después de algún tiempo, con un amigo estudiante de dibujo técnico. Comienzan a caminar por un barrio de la ciudad de Seúl mientras se ponen al día sobre sus respectivas experiencias. En una segunda parte, la protagonista, luego de una reunión de trabajo, es abordada por un colega laboral que desea concretar un vínculo más íntimo con ella. Recorren, esta vez de noche, las calles de la urbe mientras se sinceran con sus sentimientos. En el último tramo, luego de varios años, se vuelve a encontrar con el estudiante, ya recibido, en el funeral de un amigo común. En un auto y en un bar harán un repaso de sus vidas en ese lapso.
La ciudad de Seúl y más precisamente el barrio histórico de Jongno, cobrarán una presencia primordial en el desarrollo de las acciones, con la transformación urbana y la mención recurrente a monumentos y edificios emblemáticos. La ciudad cambia (la película fue filmada a lo largo de cuatro años) al igual que los personajes. Para reflejar los extensos paseos de los protagonistas el director Kim Taeyang recurre al plano secuencia o al fijo sin acercar demasiado la cámara, con asiduidad los actores se encuentran en el medio de un plano general.
“Mimang”, que en coreano puede tener varios significados, es un filme existencialista, a mitad de camino, sobre el amor y la pérdida. Por un lado, Kim no es Richard Linklater y como guionista tampoco se le parece a Julie Delpy o Ethan Hawke. Los diálogos, de una cadencia soporífera, permanecen en la superficie, las actuaciones frías y desapasionadas agregan una pátina de circunspección que en nada las favorece. Como punto a favor, cuenta con una fotografía muy cuidada, en especial las tomas nocturnas, debido a la experiencia pasada como iluminador del director. Este se arriesgó con un estilo narrativo que ha tenido muy buenos referentes a partir del realizador de “Escuela de rock”, pero lamentablemente no estuvo a la altura.
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