QUIÉN LO IMPIDE
Juventud divino tesoro
La nueva obra del joven realizador español Jonás Trueba es un fresco de 220 minutos sobre la juventud española, que abarca los cinco años que le llevó el rodaje entre el 2015 y el 2020. El título fue tomado de un tema musical de Rafael Berrio, fallecido en el 2020 y a quien se dedica la película. La idea original partió de La reconquista (2016), film que contribuyó a sustentar el gran nivel de la Sección Competencia Internacional del festival en el 2016. En él actuaron Candela Recio y Pablo Hoyos, dos de los jóvenes participantes de la nueva realización y con los cuales el director se vio tentado por un nuevo proyecto sobre la adolescencia y la juventud de aquellos nacidos a principios del siglo XXI.
Trueba optó por dividir su trabajo en tres segmentos separados por dos interludios de cinco minutos cada uno. El primero que transcurre en el 2016, toma el tono de un documental con entrevistas a cámara sobre el bullying, las conductas agresivas y las mediaciones entre los alumnos, las quejas sobre la educación en cuanto a la sobrecarga de deberes y la falta de tiempo para los hobbies. También se muestra la participación de los alumnos en manifestaciones y alguna fiesta casera cuando los padres no están.
La segunda parte, que transcurre un año más tarde, es la más rica de todas. La película se vuelca decididamente por la ficción para relatar el viaje de Candela en Semana Santa a Extremadura, su romance con Silvio, el viaje de egresados a Andalucía con mucho de historia y algo de travesuras, el acercamiento de Pablo a sus compañeros. El hermoso marco para las acciones, la frescura que brota en las interpretaciones y el agregado cultural consustancian al espectador con las escenas que se visualizan en grado sumo.
El último tramo que transcurre en el año 2018 es el más flojo. Retoma el género documental para retratar largos debates entre los estudiantes sobre el futuro, los ideales, las profesiones más afines que recuerdan a varias obras francesas sobre la educación. La música punk en un festival de primavera les permite expresar su euforia y sus pensamientos. El final por zoom, dos años después, los encuentra confinados y más maduros. Acostumbrados al contacto permanente, ahora solo pueden hablar y saludarse a través de la pantalla. Un desenlace inesperado, un imprevisto que ocasiona inconvenientes cuando la conexión de internet es mala.
Quien lo impide es un llamado a nuestra memoria, de nuestros anhelos juveniles, de las expectativas, de la confianza que teníamos en el futuro, de lo que quisimos ser y de lo que fuimos a través de un retrato generacional esperanzador.
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