SECRETOS TURBIOS EN EL SENO FAMILIAR
El director belga Joachim Lafosse, que trascendió a la fama con “Propiedad privada” (2006) protagonizada por Isabelle Huppert, suele encarar en su cinematografía temas espinosos de la vida familiar, secretos incómodos y comprometedores que convienen callar. Su propia convivencia en su hogar paterno fue conflictiva, reflejada en su anterior obra “Un amor intranquilo” (2021), en la que reseñaba el trastorno bipolar del padre que se tornaba peligroso para los que lo rodeaban. En su nueva entrega, se adentra una vez más en los misterios explosivos de una familia de la alta burguesía aparentemente normal.
La narrativa gira en torno a Astrid (Emmanuelle Devos), una mujer que calla hechos del pasado y del presente, en pos de una armonía familiar ficticia. François (Daniel Auteuil), su marido, un abogado mediático que defiende a una familia cuyos vástagos fueron asesinados, es el eje del conflicto. Los hijos, Caroline (Louise Chevillotte), que no vive con ellos, y el adolescente Raphaël (Matthieu Galoux) adoptado, serán los que romperán ese silencio e intentarán a su modo dar a conocer los hechos aberrantes que esconden los progenitores.
La cámara con predominio de primeros planos en tomas asfixiantes sigue el rostro imperturbable de Astrid, cuya única meta parece ser preservar la unidad, mantener las apariencias para salvaguardar el decoro. El prestigioso abogado, un hombre muy ocupado, suele tener más tiempo para atender a la prensa que a sus seres queridos, ya que se desentiende de las cuestiones hogareñas. Raphaël, callado y distante, con conflictos escolares, desconoce en un principio el enigma que lo llevará a tener un rol protagónico. Caroline es quien está más convencida en que las denuncias tomen estado público.
La frágil armonía es insostenible cuando salen a la luz conductas anormales del padre, cuya actitud ante la ley se contrapone a su proceder privado. Relatada a través de un extenso flashback, el director se adentra en el reino del silencio, en la oscuridad del alma, acompañada por una penumbra en las imágenes intramuros que reflejan la moral sombría del matrimonio. Un cuerpo enfermo que propaga su mal sin querer encontrar el antídoto. Tabúes, contradicciones y conflictos morales surgen a lo largo del melodrama algo previsible, cuyo secreto se intuye desde muy temprano. Con aciertos y debilidades, el mayor mérito de este film de denuncia reside en las muy buenas actuaciones de Daniel Auteuil y sobre todo de Emmanuelle Devos, cuyo rostro absorto expresa un sinfín de emociones de manera sutil.
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