LA VITALIDAD EN LA EDAD MADURA
Telma, una septuagenaria con cierta discapacidad para desplazarse, quiere cumplir un sueño, reunir a su hija Lili con un amor platónico, un soldado de Malvinas con el que tuvo un intercambio epistolar durante la guerra de 1982. En ese entonces Lili tenía 15 años y el combatiente, apodado Tano, tan solo 19. Los años pasaron, pero la esperanza del reencuentro quedó intacta a través de la promesa del Tano de regresar y cantar junto a Lili. Telma y su cuñada, ambas viudas, junto a un grupo de amigas que asisten a un taller de cine debate, comienzan una tarea detectivesca, no exenta de humor, para dar con el supuesto conscripto. El derrotero las llevará por el Ministerio de Defensa, se pondrán en contacto con un excombatiente y hasta recurrirán a la cartomancia para dar con el paradero del anónimo guerrero, pese a los reparos de su yerno.
La búsqueda es un pretexto para demostrar la vitalidad y la buena disposición de personas que se encuentran en la tercera edad. Las ganas de vivir y la forma en que enfrentan la vida Telma y sus amigas, son una inyección de ánimo, una afrenta a la depresión y un ejemplo de cómo se pueden superar las piedras que se encuentran en el camino. Los obstáculos existen sí, pero se les antepone una sonrisa, la exploración de otras alternativas, nunca quedarse con los brazos cruzados hasta alcanzar el objetivo deseado. La intensa actividad sostiene el vigor intelectual de las ancianas que desparraman afabilidad y desparpajo a su paso.
Por otra parte, la Guerra de Las Malvinas ha sido un tema frecuentemente abordado en la cinematografía argentina, pero pocas veces desde un humor respetuoso como el que le otorga la directora Brenda Taubin en su comedia documental. Imágenes de archivo de “Las 24 horas de Malvinas” maratón televisiva a cargo de los conductores Pinky y Cacho Fontana, aquel repetido reportaje a un militar que manifiesta que los soldados están mejor alimentados en las islas que en el continente, testimonios en el terreno bélico obtenidos por el periodista Nicolás Kasanzew junto a extractos del noticiero “60 Minutos”, ponen un marco que no comprometen la frescura y la luminosidad que se respira en todo el metraje.
Las grabaciones detrás de la escena, las irrupciones de la directora para dirigirse al elenco, la aparición de los técnicos ordenando las secuencias, le otorgan una beneficiosa espontaneidad que aleja a “Telma, el cine y el soldado” de la solemnidad y el drama en que se ven envueltas las historias de la guerra del Atlántico Sur. Una brisa renovadora que surcó primero el BAFICI y que ahora llega a las pantallas locales.
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