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SEXTO DÍA DEL BAFICI 2

LA ÚLTIMA PELÍCULA


Un homenaje al cine, una historia encantadora, un recorrido por sabores envolventes, una pasión por el séptimo arte, son copetes apropiados para definir el último largo de Pan Nalin que ha recibido la aprobación del público, ya que se alzó con el Premio de la Audiencia en varios festivales en los que se proyectó.



La última película (Last Film Show) narra la infancia de Samay, un niño de nueve años que vive en Chalala, una zona rural al oeste de la India. Su padre, un hombre riguroso que no duda en castigarlo con una vara cuando comete travesuras, decide un día llevar a toda la familia al cine para ver una película religiosa. El espectáculo lo deslumbra, se revela ante sus ojos un mundo desconocido sobre el que empieza a interiorizarse a través de la amistad que entabla con el proyeccionista de la sala. En el interín, ayuda a su padre con el puesto de té en la estación de ferrocarril, se divierte con sus amiguitos, respaldado por el cariño y la protección de su madre.



Los recuerdos de la infancia del director, en una obra en parte autobiográfica (Nalin fue por primera vez al cine a los nueve años), traen reminiscencias de Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore – 1988) por las vivencias de Samay y por cierta nostalgia que se desprende de las imágenes de películas pasadas. Tal vez aquí sea más detallado el proceso de exhibición, los mecanismos de la cámara, la intervención de la luz en las imágenes y la persistencia retiniana que en la película italiana. Incluso sobre el final, cuando el viejo sistema es reemplazado por el digital, se puede apreciar el nuevo destino del celuloide, una triste remembranza de la cinematografía perdida, en especial la silente, por no conservarla.



No solo la fascinación que produce el cinematógrafo se despliega ante los ojos del espectador. La cocina en manos de la madre, que pone un cuidado muy especial en la preparación de los platos, aporta el colorido y la seducción, es el recurso para que el niño se gane el corazón del proyeccionista. El aporte de ingredientes, la lenta cocción, el amor que pone la cocinera en la preparación de los manjares rememoran aquellas cintas cuyo epicentro era la comida. La gastronomía que colma y hace feliz como el cine con su arte para el público ávido de la gran pantalla. También están presentes, las diferencias de castas, aunque según el profesor de Samay lo único que diferencia a los indios es el dominio o no del inglés, el rol de la mujer en la estructura familiar y las consecuencias de reemplazar lo viejo por lo nuevo.



La obra de Nalin, honra al cine mundial y en especial al indio a través de una pandilla que con escasos recursos y medios rudimentarios se las ingenia para recrear imágenes con efectos “Foley” incluidos. La mención de directores famosos en los créditos finales es el broche de oro para una película luminosa, llena de magia que llega al corazón.




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