PRESENTACIÓN: PAT ROCCO DARED
A partir del 20 de octubre y hasta el 30 del mismo mes se desarrollará en la ciudad de Buenos Aires la Novena Edición del Festival Internacional de Cine LGBTIQ+, más conocido como Festival Asterisco. Las sedes serán el Malba, el Centro Cultural Kirchner, el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, el Centro Cultural Recoleta, la Universidad del cine/FUC, Hasta Trilce y Puticlú. Así mismo habrá dos salas virtuales CONTAR (www.cont.ar) y MICA (www.mica.gob.ar). Habrá dos secciones de competencia con largometrajes y cortos argentinos, diversos segmentos entre los que se destacan el Foco dedicado a Canadá y la retrospectiva del director argentino Enzo Monzón. La presentación estuvo a cargo del director artístico del festival el periodista, docente y programador Diego Trerotola.
La inauguración fue con uno de los cuatro documentales de la sección Foco Canadá que exploran la disidencia sexual en distintos ámbitos. “Pat Rocco Dared” del documentalista Bob Christie y el productor Morris Chapdelaine podría ser considerada como parte del programa de una cátedra sobre “géneros marginales” en una universidad del cine, debido al análisis que realiza sobre los orígenes del cine erótico gay. Pat Rocco, nacido en 1934, fue un pionero del cine queer que salió del closet en la década del 50, algo inconcebible en una época en que la comunidad psiquiátrica consideraba la homosexualidad una enfermedad mental y en la que se desató la persecución denominada “terror lila”.
Favorecido por la eliminación del Código Hays en 1960 y la incursión de Hollywood en la variedad sexual a fines de esa década, Rocco realiza entre 1968 y 1972 una serie de cortos y largos que exaltan el amor romántico entre parejas del mismo sexo, lejos de las tragedias, asesinatos y ambientes sórdidos que caracterizaban las temáticas cuando asomaba un vínculo diverso. Ambientes bucólicos, playas y bosques propiciaban los encuentros de hombres desprovistos de ropas que se asemejaban a los documentales de campos de nudistas que surgieron en los años cincuenta en las pantallas norteamericanas. Rocco expandió los límites al mostrar besos y caricias entre personas del mismo género, escenas que hoy en día podrían resultar cándidas e inofensivas, pero que en su momento fueron radicales, arriesgadas, a la vez que innovadoras.
Sus desafíos pusieron a hombres desnudos bailando en medio de una autopista o en un local nocturno, lo cual le trajo problemas con la policía además de ir acompañado por abogados temiendo futuras represalias. Sin embargo, el mayor riesgo lo tomó al filmar a escondidas una ficción amorosa gay dentro del parque temático Disneylandia, un lugar concebido por su creador para un público blanco, de clase media y heterosexual. Fue como clavarle un puñal en el corazón.
En el documental es entrevistado por el director y productor Charlie David, en el último año de su vida (fallece en el 2018), cuando está perdiendo su vista, en su casa en Hawái junto a su pareja desde hace 38 años David Ghee. Pese a su avanzada edad, su espíritu está intacto, su mente fresca para recordar sus vínculos con el activista Harvey Milk, asesinado en 1978, la creación de un albergue y comedor para personas en situación de calle de la comunidad LGTB+, su participación en las Marchas del orgullo. Con el advenimiento del hardcore, sus propuestas dejaron de tener peso y enfocó su carrera hacia el activismo en defensa de los derechos de gays y lesbianas, organizó eventos y recaudó fondos para distintas causas. La imagen de un personaje jovial, predispuesto y orgulloso de sus emprendimientos es la que queda en la retina de los espectadores luego de ver el documental que le rinde un justo tributo.
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