PREJUICIOS NO OLVIDADOS
Mauro Mancini, en su debut en solitario con una largo para la pantalla grande, se basa en una historia real sucedida en Alemania hace algunos años cuando un médico de ascendencia judía se negó a operar a un paciente que tenía un tatuaje nazi. En la ficción, el cirujano que encarna Alessandro Gassmann es el médico que rehúye a socorrer a un accidentado en la carretera, cuando descubre en su piel un grabado con la cruz esvástica. La muerte posterior de la víctima le trae aparejado un cargo de consciencia que lo llevará a acercarse a la familia del fallecido.
No es casual que un film que toca el tema del antisemitismo ubique sus acciones en Trieste, ciudad en la que funcionó la “Risiera de San Sabba”, una vieja arrocera convertida en campo de concentración en la Segunda Guerra Mundial, único en toda Italia por sus características, en la que se instaló un horno crematorio. Parecería que la monumental estructura, hoy convertida en museo, no ha hecho mella en ciertos grupos de jóvenes que agitan las banderas del nacionalsocialismo que amenazan o concretan hechos vandálicos contra descendientes de judíos o inmigrantes que puedan contaminar la raza aria. En ese marco se mueve el cirujano Simone Segre (Gassmann), un hombre solitario que solo se relaciona con sus pares en el hospicio donde trabaja y que tuvo una infancia conflictiva muy marcada por su padre.
Segre, lucha con sus demonios internos, expresa un odio manifiesto contra su padre, odontólogo, que, por salvar su pellejo, fue terapeuta de sus captores. Luego de abandonar al paciente surgen los remordimientos, las culpas y la búsqueda de un resarcimiento contra los damnificados a modo de expiación. Debe confrontar a uno de los hijos, muy consustanciado con la causa nazi, violento e impredecible.
La tensión está siempre latente, ya sea por el descubrimiento de las verdaderas intenciones del médico, los arrebatos imprevistos del hijo adolescente o por un atisbo de romance que puede complicar los vínculos. Cuando la película camina por el tema del rencor, los prejuicios, los micro mundos de los protagonistas, encuentra su tono austero acorde con lo expuesto, en cambio, cuando cae en el sentimentalismo y el enamoramiento pierde sustancia y se desvía de su rumbo. Hacia el final, retoma la senda lógica, en la cual los protagonistas purgarán sus pecados e intentarán darle un nuevo destino a sus vidas.
Comments