RITUALES SATÁNICOS POCO NOVEDOSOS
Morgan Freeman, una vez más, como lo había hecho en “Pecados capitales”, aquel recordado filme de David Fincher de 1995, ayuda a un detective (en Seven era un jovencísimo Brad Pitt), en este caso a Cole Hauser, visto en la serie “Yellowstone” junto a Kevin Costner, pero no como policía sino como antropólogo, a dilucidar una serie de crímenes llevados a cabo por un asesino serial. Todos los cadáveres aparecen mutilados ya que responden a un rito satánico, conocido como “muti” que practican los zulúes en el sur de África.
El accionar del criminal se inicia en Roma para luego trasladarse a una localidad de Misisipi. En su recorrido deja un tendal de muertos y un desparramo de heridos que desconciertan al detective que carga con un pasado familiar traumático. Para colmo de males, su superior se muestra escéptico y el catedrático en un principio le retacea su colaboración. Se siente frustrado como su colega italiano que lidió con el mismo homicida, a cargo de Vernon Davis, una ex estrella del fútbol americano.
Muti, es un thriller que se queda a mitad de camino con actuaciones desganadas y una trama en el que intervinieron demasiadas manos (curiosamente uno de los guionistas se apellida Cinquemani). No deja nada librado al azar o a las elucubraciones del espectador, todo se explica, el plato se sirve en bandeja en el que por suerte se evitan las tan trilladas persecuciones automovilísticas. Sí las hay a pie y resultan más atractivas.
Por otro lado, los rituales satánicos resultan poco originales si se los compara con los de “True Detective” o de las tantas películas de terror que se estrenan semanalmente. Tampoco se saca provecho de las escenas nocturnas filmadas en las estrechas calles de Roma, opacadas por una fotografía sin ningún brillo. El director George Gallo, que ya contó con la colaboración de Freeman en “Vanquish”, otra floja realización, parece haberse estancado en aquel cine de hace muchas décadas en la que el público asistía a las salas para no pensar y pasar un rato entretenido. Lo primero lo consigue, lo segundo lamentablemente no.
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