RECUERDOS, RECUERDOS Y MÁS RECUERDOS
Corría el mes de septiembre de 1967 y en las carteleras cinematográficas de Buenos Aires aparecía el estreno de la última obra de Jean Luc Godard. Recuerdo haberla visto en una sala de la avenida Corrientes, una de las tantas que comenzaba con la letra “l” de la mano derecha mirando hacia el Obelisco entre Callao y 9 de Julio.” Masculino femenino” vuelve a las pantallas en una copia remasterizada que fue presentada en la Sección “Los Clásicos de Cannes” en la edición del 2016.
El romance entre dos jóvenes parisinos presentados en forma de viñetas tiene como protagonistas a Jean Pierre Léaud en el rol de Paul, un joven inestable que se enamora de una cantante pop, Chantal Goya, llamada Madelaine en la ficción. La presencia de Goya, que luego direccionó su carrera hacia el cancionero infantil, permite un recorrido por los cantantes de moda de aquella época cuando los artistas franceses e italianos tenían cabida en el mercado local. Afiches de Adamo, Alain Barriere, Sylvie Vartan, menciones a Johnny Halliday, Bob Dylan, Los Beatles, hasta un cameo de Françoise Hardy, provocan en quien escribe una sucesión de recuerdos asociados a distintas experiencias vividas. Además, Godard regala al espectador una secuencia con Brigitte Bardot en el apogeo de su belleza.
Realizado en las postrimerías de su primera etapa con la nouvelle vague y más cerca de la formación del grupo “Dziga Vertov”, su obra está teñida de política con referencias a la guerra de Vietnam, críticas a los presidentes Lyndon Johnson y Charles De Gaulle junto a consignas procomunistas. La cultura moderna y los medios de comunicación para abordar el concepto de mediatización, están presentes a través de menciones a íconos populares y con la lectura de diarios, un recurso muy usado por los personajes. Una narrativa ecléctica donde los asesinatos se suceden como los cafés de la capital francesa, caracteriza las acciones separadas por episodios, algunos con títulos sarcásticos. Su discurso estético que destruye la narrativa clásica, perturbador, radical, molesto, innovador y fascinante a la vez, pone muchas veces al interlocutor de un diálogo fuera de campo, intercala entrevistas a modo de un documental y toma mano del “falso raccord”.
El reestreno de “Masculino femenino” es un volver a vivir, un emocionante reencuentro con una obra del autor más extremista del movimiento cinematográfico que surgió a fines de la década del cincuenta, un documento histórico sobre la política, costumbres y moda de los años sesenta.
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