TRES HERMANOS - RÉDUIT - BÚFALO
La Competencia Internacional abrió con una sorprendente película argentina cuya narrativa transcurre en la Patagonia, próxima a la cordillera en medio de un clima hostil. Tres jóvenes hermanos que perdieron a su madre hace un tiempo diversifican su tarea diaria entre una maderera, la pesca y la caza. La incomunicación los caracteriza, sus sentimientos los ocultan o los expresan de manera explosiva a golpes de puños. Las palabras escasean, gestos, monosílabos o frases cortas componen su lenguaje cuando interactúan, lo que resalta su ineptitud para conformar vínculos. Un entorno turbio acentuado por una fotografía oscura que resalta los bosques quemados, junto a intensas lluvias y diques que desbordan, conforman una atmósfera tóxica y de destrucción que marca a los hermanos en cada una de sus acciones. En su mundo, la mujer solo cumple un rol de sumisión y de desahogo sexual, no exento de cierto mal trato, ya que nunca quedan plenamente satisfechos de los encuentros carnales y el menor con ciertas dudas en cuanto a su orientación. Con una ambientación que por momentos recuerda a “El aura” (Fabián Bilinsky – 2005), el director rionegrino Francisco Paparella en su segundo largo, impresiona con un relato e imágenes de alto impacto en el que la vegetación cumple un rol tan importante como el de los personajes.
Un padre separado viaja con su hijo preadolescente a una cabaña ubicada en un lugar recóndito de los Alpes para pasar unos días juntos y afianzar el vínculo. “Réduit”, la ópera prima del director suizo Leon Schwitter que tuvo su estreno mundial en la sección Competencia Internacional del festival, es un drama minimalista de montaña en el que la relación se tensa al demorarse el retorno a la civilización. El padre, obsesionado con los peligros del calentamiento global y ciertos desequilibrios mentales, transforma las cortas y apacibles vacaciones en una prisión, un infierno del cual el joven al principio intenta escapar. Las imágenes que resaltan el bosque tupido y oscuro son más elocuentes que los breves diálogos, los semblantes están en armonía con el paisaje túrbido, rara vez reflejan una sonrisa, casi nunca una satisfacción. Breve, conciso y ajustado con un buen manejo de los tiempos y los estados de ánimo cambiantes, el film sin ser una gran obra logra su cometido.
La inclusión de “Búfalo” en la Competencia Argentina solo se justifica para agregar un toque de glamour al festival. Maravilla Martínez (Búfalo), es un exconvicto que quiere rehacer su vida y recuperar afectivamente a su hijo, lo intenta con un trabajo honesto en un frigorífico, pero el dinero no alcanza. Las malas compañías están a la vuelta de la esquina y son una temible tentación con sus fajos de billetes en mano, solo le queda luchar para recuperar su dignidad y dejar atrás su pasado delictivo. En los noventa minutos, Martínez es más lo que pelea (kickboxing) y entrena que lo que actúa, rodeado de un elenco dispar, a veces apuntala su aceptable rendimiento y otras lo perjudica. El director, Nicanor Loreti aprovecha para fotografiar al excampeón mundial desde todos los ángulos y con preferencia de los primeros planos en los combates, en los que logra el título máximo habiendo derrotado en su camino a cuanto rival se le puso enfrente. Un show al cual está acostumbrado “Maravilla” en el que lo más riesgoso fue darle un beso en la boca a Moro Anghileri.
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