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LOS DELINCUENTES

UN WESTERN SERRANO EXISTENCIALISTA


Dos hombres solitarios, el robo a un banco, las sierras como refugio y lugar seguro para esconder el botín, cabalgatas por lomas y senderos, las rejas de la cárcel, son imágenes que traen a la mente al género que caracterizó al cine norteamericano. Morán (Daniel Elías), un empleado bancario de la “city” porteña que lleva una vida rutinaria y monótona decide cometer un delito en su lugar de trabajo por un monto que le permita vivir tranquilo el resto de sus días. Está convencido que es mejor pasar tres años en la cárcel que seguir trabajando veinticinco hasta jubilarse en una ciudad que es presentada como una jungla en la que se encuentra prisionero. En el hecho compromete a su colega Román (Esteban Bigliardi), cuya responsabilidad será resguardar el dinero hasta que su compañero quede en libertad y repartirse el fruto del desfalco en partes iguales.



El primer tercio de la película está enfocada en el robo que tiene como entorno a la ciudad de Buenos Aires con sus edificios de cemento, departamentos de espacios acotados y oficinas asfixiantes donde priman las rejas. Las otras dos terceras partes de una extensa película de más de tres horas de duración se desarrollan en las sierras cordobesas en las que tienen lugar los romances de los protagonistas. Al igual que en “Psicosis” (Alfred Hitchcock – 1960) el robo se diluye, se constituye en un Macguffin (una excusa argumental que carece de relevancia) para dar paso a subtramas y enfoques de mayor peso.



El estilo que utiliza el director Rodrigo Moreno caracterizado en primer lugar por la duración, la expansión del relato con subtramas que aportan oscilaciones temporales, sorpresas, encuentros impensados, los tiempos sin apuros para retratar el paisaje y el desplazamiento de los personajes junto a locaciones en pueblos de provincia, en este caso Alpa Corral, ubicado al noroeste de Río Cuarto, tiene la impronta de las producciones que surgen de “El pampero Cine”. La influencia del cine de Mariano Llinás y en menor medida de Matías Piñeiro y Romina Paula tiene su epicentro en la presencia de Laura Paredes, actriz muy vinculada con los directores mencionados. El tipo de actuación, la presencia de textos leídos en el guión, el aire bucólico que rodean las acciones y la posibilidad de encontrar un nuevo rumbo en la vida de los personajes son constancias de una nueva expresión cinematográfica que tienen como guía al autor de “Historias extraordinarias” (2008). Por otra parte, Rodrigo juega con los anagramas en los nombres de los dos compañeros de trabajo (Román y Morán), en el de las hermanas que conocen en las serranías (Norma y Morna), un juego especular que se da en los dos personajes que compone Germán de Silva y en el uso de la pantalla dividida que muestra a los dos amigos en situaciones similares, uno en la cárcel y el otro en la ciudad.



La película, presentada en la Sección “Una cierta mirada” del último Festival de Cannes y seleccionada por la Argentina como representante para los premios Oscar, podría considerarse una comedia dramática existencialista en la que prima el concepto de libertad como escapatoria del yugo capitalista sin esquemas ni rituales diarios, sin condicionamientos para alcanzar una cierta felicidad. Un largo camino en búsqueda de un nuevo destino que conduzca a una paz espiritual en contacto con la naturaleza sin compromisos ni ataduras



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