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LA NOCHE QUE LUCHÉ CONTRA DIOS

UN VIAJE FÍSICO Y ESPIRITUAL PARA ENCONTRAR RESPUESTAS


“Bashert” es una palabra que proviene del idish que significa literalmente “destino”, y que en el judaísmo es utilizada como referencia para encontrar un alma gemela, un complemento predestinado. Será el destino el que llevará a Benjamín Sheinberg (Tomás “Toto” Kirzner), un médico de 24 años recién recibido, a iniciar su residencia en el Hospital de Clínicas en Buenos Aires el 18 de julio de 1994, momentos antes de que explotara una bomba a pocas cuadras en la AMIA. Las circunstancias lo superan, el cuadro de urgencias, corridas, desesperación, sangre y muerte lo angustia y pese a algunos intentos de reanimar y confortar a algunos pacientes se acobarda y abandona su puesto.



La muerte de su abuelo en el atentado, único sostén familiar del huérfano, que tenía previsto un viaje para rencontrarse con un viejo amigo en Israel, le hace bajar la cortina y refugiarse en un taller gráfico de un conocido de la familia. Los consejos no tardan en llegar sobre los efectos negativos de los deseos incumplidos y las resignaciones frustrantes. “Dios siempre sabe que es lo mejor para nosotros” le dice el experimentado dueño del taller. Siguiendo las recomendaciones, se despide de su novia, una joven obstetra que retorna a su pueblo natal, se traslada a Jerusalén para seguir los pasos de su abuelo, y contactarse con aquel compañero del campo de concentración que decidió quedarse en la nueva nación   surgida en 1948, con el cual el anciano había mantenido un largo intercambio epistolar a través de los años.



Lo narrado obra como introducción al corazón de la historia que se inicia a orillas del río Jordán, donde conjuntamente deciden dejar las cartas para que el agua selle su destino. Allí comienza un viaje espiritual que traslada la historia al año 1500 AC en el que se relata parte de la historia de Jacob (Luciano Cáceres), su vínculo con su padre Abraham las traiciones a su hermano Esaú y el frustrado sacrificio que detuvo Dios. En esta etapa comienzan las similitudes, los reflejos en las personalidades del patriarca y el protagonista, donde la palabra “bashert” resuena una vez más. Separados en el tiempo se asemejan en sus conductas, ambos son tramposos en sus comportamientos: Jacob con su hermano al que roba las bendiciones de su padre y el médico con su profesión. Los dos están vinculados por el nombre Benjamín, que fue el apelativo del vástago menor de Jacob, el hijo del dolor, ya que su madre murió en el parto. Mientras el personaje bíblico lucha contra el ángel por aquellas consagraciones hurtadas, el doctor enfrenta  sus miedos laborales y vacilaciones sentimentales.



El colofón encontrará a Benjamín cinco años después, de vuelta en el país para encaminar su vida, para encontrar sentido a las preguntas sin respuestas, para unir aquellas piedras dispersas en búsqueda de la verdad. La película de Rodrigo Fernández Engler es un drama histórico que conjuga términos como la memoria, la justicia y la certeza en torno a un hecho, el atentado a la AMIA, pocas veces tratado en el cine y que aún es una herida sin cicatrizar en la historia de nuestro país.



 

 

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