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FESTIVAL DE MAR DEL PLATA 2021

Promisorio inicio

A partir del 18 de noviembre y hasta el 28 se desarrollará una vez más el festival que tuvo sus inicios en la década del cincuenta. Por primera vez presenta una doble modalidad debido a la pandemia. Se vuelve a la presencialidad en salas y eventos especiales con un aforo del setenta por ciento, y se mantiene la difusión online de manera gratuita (esta vez de algunas obras), al igual que el año pasado. A las tradicionales secciones de competencia (Internacional, Latinoamericana, Argentina, Estados Alterados, En Tránsito y Cortos), se suma una retrospectiva atrayente de la actriz japonesa Machiko Kyõ que incluye obras de Naruse, Mizoguchi y Ozu, y un homenaje a Clint Eastwood con varios títulos de su autoría. Como de costumbre, la sección Panorama correspondiente a Autoras y Autores, contiene lo más sustancioso y buscado del festival con las últimas realizaciones de Paolo Sorrentino, Nadav Lapid, Hong Sangsoo, Mia Hansen-Løve, Apichatpong Weerasethakul, Alex de la Iglesia, Jane Campion y Gaspar Noé entre otros.



La Competencia Argentina fue inaugurada con Matar a la bestia, que tuvo su estreno en el pasado Festival de Toronto. La ópera prima de Agustina San Martín es una obra que se apoya más en atmósferas que en el seguimiento de un hilo narrativo. El arribo de la joven Emilia (Tamara Rocca) a un pueblo de frontera en la provincia de Misiones en búsqueda de su hermano, está rodeado de una naturaleza envolvente y agobiadora a través de los imponentes árboles de la selva y el enjambre de hojas y ramas que forman un tapiz en el suelo. La muy buena fotografía junto a la banda sonora, acentúan el clima de suspenso e incertidumbre que tiene recluidas a las mujeres del pueblo ante el acecho de una bestia desconocida, buscada por los parroquianos del lugar con luces y armas por el bosque. Una película cargada de simbolismos, como ser la presencia del sacerdote, la niebla que envuelve gran parte de las acciones, las apariciones de un buey en el jardín del hospedaje, junto a las miradas perdidas y las preguntas sin respuestas como recurso expositivo. La bestia como alegoría de la represión y del impedimento de las mujeres de mostrarse tal cual son con total libertad e independencia, está expresado con un lenguaje cinematográfico particular, alejado del gusto masivo.



La Competencia Latinoamericana presentó Aurora, el tercer largo de la directora costarricense Paz Fábrega. La profesora de dibujo de un taller comunitario pese a llevar una vida solitaria, sin hijos, con una pareja a distancia, despliega una gran actividad laboral y artística. El encuentro fortuito con Yuliana, una adolescente de diecisiete años, embarazada, agregará un matiz más a su existencia al ser cómplice de su secreto, su confidente y ofrecerle su hogar como refugio. La entrega del bebé en adopción como salvoconducto para continuar una carrera profesional, criar al recién nacido sacrificando aspiraciones, la maternidad como medio para afianzar las amistades y no como símbolo de un aislamiento, son algunos de los planteos de Fábrega a lo largo de la cinta. Con un estilo moderno, en el que aparece uno solo de los interlocutores en los diálogos, y un tono cuasi documental, la obra es un derroche de naturalidad debido en gran parte al muy buen trabajo de todos los protagonistas, sin desbordes y con mucha espontaneidad. Un film cálido, intimista, altamente recomendable.



Una sorpresa y a la vez un descubrimiento resultó ser After Winter Comes Spring (Winter Adé), presentado dentro del Foco dedicado a Helke Misselwitz, documentalista nacida en Alemania Oriental. Por lo general las ficciones que describían la vida en la otrora DDR, estaban relacionadas con la fuga a Occidente, la delación o las persecuciones de la STASI. La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck – 2005), Barbara (Christian Petzold – 2012) Gunderman (Andreas Dresen – 2018) Nunca apartes la mirada (Donnersmarck – 2018) son algunos ejemplos de la temática de persecución y escapatoria. En cuanto a los documentales, servían de propaganda al régimen de turno, propio de los gobiernos autoritarios. Por ello, sorprende ver una película filmada en 1988 y estrenada a principios del año siguiente, meses antes de la caída del Muro de Berlín, que analiza la conducta y el pensamiento de la mujer alemana detrás de la Cortina de Hierro. La directora, a través de diversas entrevistas refleja el mundo laboral, en especial femenino: la exitosa empresaria, las empleadas en una factoría de conservas, el trabajo sucio en una fábrica de briquetas limpiando hornos, el trabajador que abandonó la industria textil por una mejora salarial. Un mundo tan materialista que nada tiene que envidiar al de occidente. También están las jóvenes punk, antisistema, que abandonan el hogar y escriben grafitis, un autocine que proyecta una película local con osados desnudos, la aparente felicidad de un matrimonio de 85 años en un festejo junto a hijos, nietos y bisnietos. Sorprende la cantidad de divorcios por los que pasaron las entrevistadas, el recurso de la empresaria al publicar un aviso para encontrar una pareja con la condición de que tenga un hijo al igual que ella, la encargada de un hogar para niños con problemas, que tuvo dos hijos, amaba a los hombres, pero no quería vivir con ellos. Misselwitz muestra en este documental feminista, que, si bien existían restricciones a la libertad y la libre circulación, la sociedad de la Alemania Oriental no se diferenciaba mucho de otros países, las alegrías y las penurias son similares para todos los seres de la tierra.

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