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EL MAL NO EXISTE

CUANDO EL ORDEN EQUILIBRADO SE VE ALTERADO


Luego de su exitoso recorrido del 2021 en el que Rysuke Hamaguchi cosechó el Gran Premio del Jurado en Berlín con “La rueda de la fortuna y la fantasía” y el premio al Mejor Guión en Cannes con “Drive My Car”, película que luego obtuvo el Oscar al Mejor Film Extranjero del 2022, había mucha expectativa por su última labor.



Un largo plano secuencia filmado en contrapicado que se alterna con los créditos iniciales, muestra las copas frondosas de los árboles de un bosque e indica que la naturaleza cobrará importancia, en este caso su preservación. La media hora inicial transcurre de manera lenta, contemplativa, casi bucólica, en la que se presentan los personajes, las situaciones y su entorno. Takumi es un joven padre viudo, un erudito de la flora y fauna que lo rodea, vive con su hija Hana de ocho años en un pueblo rural incontaminado, donde el agua, debido a su pureza, le da un sabor especial a la comida. Robusto, corta la leña para su hogar rodeado de nieve, recoge el agua en un arroyo cercano, ayuda a sus vecinos, solo descuida la búsqueda de su hija a la salida del colegio a la que siempre llega tarde. En esta instancia se suceden los planos secuencias con una larga caminata del protagonista por el bosque con su hija a cuestas, mientras distingue los distintos árboles y las hierbas salvajes que crecen en su lecho, o bien mientras su auto deja atrás un camino de montaña con un paisaje invernal. Nada parece perturbar el edén.



La irrupción del capitalismo a través de dos representantes de una empresa, cuyas autoridades no quieren hacerse ver, para instalar en la zona un glamping (camping de lujo) en medio de la foresta, altera la tranquilidad de los miembros de la comunidad. Un hombre, Takahashi, y una mujer, Mayzumi, dan la cara y reciben todos los embates de los delegados del pueblo que ven con malos ojos el proyecto, ya que la fosa séptica puede contaminar el agua. De a poco, los enviados, toman conciencia del daño que traería el emprendimiento, se lo manifiestan a sus superiores que no quieren dar el brazo a torcer por motivos económicos. En esta etapa, el guión cambia su rumbo cobrando importancia los roles secundarios de los comisionados. El auto, un elemento esencial en la filmografía de Hamaguchi, irrumpe una vez más como una zona neutral de amortiguamiento emocional que fomenta revelaciones francas. Takahashi y Mayzumi revelan detalles íntimos de sus vidas en una secuencia larga y anticlimática como casi todas en la película. Más adelante, ambos, en un trayecto que realizan junto a Takumi, se informarán sobre el comportamiento de los ciervos que solo se tornan peligrosos cuando están heridos y acorralados.



Pese al cambio de actitud de los agentes citadinos, el ambiente comienza a enrarecerse. La música, desde un principio suena enredada y misteriosa, con sonidos de cuerdas inquietantes. Vale la pena aclarar que el proyecto fue concebido en un principio como imágenes para acompañar la presentación en vivo de Eiko Ishibashi, la compositora de “Drive My Car”. La orquestación anticipa la nueva dirección de la trama sobe el final, desconcertante y siniestra, que pone en tela de juicio el título del film. Nuevamente surge el plano secuencia inicial, la luz diáfana se enturbia, da paso a la oscuridad al igual que la conducta de los personajes.

 



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