JACKIE CHAN VUELVE A LAS ANDADAS
“Dobles de acción” es un homenaje a los miles de dobles de riesgo que han trabajado en la cinematografía china a lo largo de más de cien años. El director y guionista Larry Yang, que tiene en su haber “Mountain Cry” (2015), puso todas sus fichas en la estrella de las artes marciales, ya que su presencia en pantalla es casi del ciento por ciento a lo largo de más de dos horas. La trama gira en torno a Lao Luo (Jackie Chan), un doble de riesgo y su caballo Red Hare, quienes se convierten en una sensación en las redes, luego de una batalla campal en la vía pública frente a cobradores que querían retenerle el equino. La recomposición del vínculo con su hija, estudiante de abogacía a la que no ve desde hace muchos años es otro de los ingredientes de este film de acción.
Desde el inicio las peleas muy bien coreografiadas son el plato fuerte, ya que involucran a muchos integrantes que despliegan todo tipo de recursos ante el imbatible Chan y su astuto caballo, en medio de escenarios deslumbrantes. La producción no escatimó en recursos para desplegar las acciones en ferias, templos, en ciudades de calles estrechas y la vivienda del protagonista donde abundan las escaleras de madera oscilantes y los cobertizos.
Todo está al servicio del protagonista, tanto el drama como los pasajes de humor. Los personajes secundarios prácticamente no tienen desarrollo debido a su presencia abrumadora, ni siquiera la escena que lo reúne por primera vez con sus futuros consuegros que daba pie para situaciones jocosas, no permite el lucimiento de los que lo rodean. Todo queda en sus manos, bajo su dominio absoluto están las emociones y las risas.
A lo largo de flashbacks el espectador toma conocimiento de su fracaso matrimonial, la complicada relación con su pequeña hija, el fallecimiento de su ex esposa y de un accidente que lo tuvo al borde de la muerte. Son pequeñas acotaciones, un impasse entre impactantes secuencias de equilibrio montado a caballo, o despachando rivales a diestra y siniestra con sus conocimientos marciales o con cuanto objeto tenga al alcance de la mano.
Cuando la película vira al melodrama, el interés decae ya que los hechos se estiran demasiado, sin justificación alguna, acompañados de una banda melosa de violines. Cuando prevalece la acción el espectador disfruta con la parafernalia de movimientos, el buen trabajo de montaje junto a una cámara dinámica que aprovecha los coloridos sets. Sin duda, “Dobles de acción” satisfará a los fanáticos de Chan con secuencias del presente y del pasado del oriundo de Hong Kong en un homenaje a sus acrobacias a lo largo de su prolífica carrera. Para el resto del público es un pasatiempo familiar, ligero, que se puede disfrutar sin contrariedades.
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