UNA COMEDIA SEXUAL ATENUADA
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De tanto en tanto asoman en las pantallas locales comedias sexuales como “Todo o nada” (The Full Monty – 1997) o “Magic Mike” (2012) y mucho más alejado en el tiempo obras de la cinematografía australiana. La ópera prima de Renée Webster aborda el deseo y la insatisfacción sexual femenina bajo la fachada de una empresa comercial, que ofrece hombres para limpiar la casa y proveer también orgasmos a las clientas. Inspirado en un servicio actual en Australia, la película podría haber incursionado por caminos espinosos y riesgosos, sin embargo, recurre a la sugerencia y no a lo explícito para mantener un tono ligero de comedia.
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No soplan buenos aires para Gina (Sally Phillips), una empleada de cincuenta años que pierde su trabajo por cuestiones de edad, que mantiene una relación casi platónica con un esposo poco emocionante. Frustrada, en un principio, no pierde su capacidad emprendedora y reinventa una compañía de mudanzas en banca rota, en una organización exitosa que tiene en cuenta los intereses femeninos, desde el planchado de la ropa hasta la prestación de favores sexuales. Cuenta con la ayuda de Tom (Alexander England), el stripper que apareció en la puerta de su casa como regalo de sus amigas para su cumpleaños, artífice e inspirador de su nueva ocupación.
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En su flamante plan de negocios no todo resulta según lo planificado, hay ajustes que realizar ya que algunos de los empleados son buenos para el sexo pero no para la limpieza, mientras que otros son eficientes con la escoba y el balde pero no saben como desempeñarse en la cama para satisfacer los distintos deseos de las mujeres. Gracias a la aptitud de Gina de saber escuchar los reclamos y comprender los intrincados meandros de la pasión de sus colegas, los errores se van corrigiendo con el aprendizaje.
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El agua está muy presente en las distintas escenas, no solo en el aseo hogareño sino a través del mar en el que Gina se lanza a nadar extensas distancias a modo de liberación junto a sus compañeras del club. El ejercicio físico le permite alejarse de los problemas laborales y de su insatisfacción matrimonial. En los planos cenitales de la costa occidental australiana, Gina surge como un espíritu libre, independiente, sin ningún tipo de ataduras, que encuentra en el océano su fuente de energía para enfrentar los desafíos diarios.
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“Cómo complacer a una mujer” es una comedia agradable donde los contratiempos encuentran las soluciones felices que el espectador espera, se mira placenteramente sin demasiadas exigencias.
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