UNA MIRADA MODERNA A LA VIDA DE LA FAMOSA EMPERATRIZ SISSI
La última obra de la directora austriaca Marie Kreutzer es una nueva aproximación a la vida de Isabel de Baviera. Los afiches que promocionan la película la muestran rebelde y desafiante, uno con el dedo del medio levantado, un gesto ofensivo de desagrado, otro en el que sostiene un cigarrillo en su mano izquierda, provocativo. Lejos ha quedado esa imagen edulcorada, con un entorno donde predominaban los valses, de la trilogía de Ernst Marischka protagonizada por Romy Schneider de la década del cincuenta que recorrió el mundo. Quince años más tarde, Luchino Visconti, en “Ludwig” (1973), la presentaba más independiente y llenando de reproches a su primo Ludovico de Baviera, aunque en esta versión se muestra muy cariñosa y condescendiente con él. Las realizaciones más recientes, la miniserie de Netflix “La emperatriz” (2022) y la que se verá en el Festival de Cine Alemán “Sissi y yo” (Frauke Finsterwalder – 2023), se la exhibe más emancipada y firme en sus convicciones.
La acción transcurre en el año 1878 al cumplir la emperatriz los cuarenta años, una etapa crucial en su vida en la cual se cuestiona su deterioro físico y su belleza. Lejos de amedrentarse intensifica su ejercicio diario con clases de esgrima, equitación y gimnasia de argollas. Por otro lado, se somete a una dieta estricta que rosa la bulimia. El vínculo afectivo con sus hijos, los choques y discusiones con su marido, los flirteos amorosos (en este caso con un instructor de equitación inglés) y sus numerosos viajes salpican una atractiva trama que se enriquece con una acertada puesta en escena en la que se destacan palacios con suntuosos salones, jardines de diseño armónico y un vestuario muy vistoso.
La emperatriz de Kreutzer es contradictoria con sus defectos y virtudes. La vida al aire libre en contacto con la naturaleza como las cabalgatas y caminatas se contraponen al vicio del cigarrillo, su adicción a la heroína y la bulimia. Por un lado, se muestra condescendiente con los enfermos de un hospital psiquiátrico, se compadece con los heridos de guerra mientras que a los súbditos que la atiendan los sanciona severamente y en algunos casos insulta. Por otra parte, el corsage al que se refiere el título, alude a las ataduras y la asfixia que le provocan las reglas y protocolos de la corte monárquica, de las que se libera sobre el final, cuando se embarca en un ferri en Ancona seguramente con destino a Corfú.
La mirada moderna que propone la directora no está exenta de anacronismos como un tractor fuera de contexto, un francés que se adelanta más de una década a los hermanos Lumière y una banda sonora pop al igual que Sofia Coppola en “María Antonieta” (2006). “Corsage” es el retrato de una mujer de avanzada que se siente incómoda, fuera de contexto, desorientada e incomprendida a la que Vickie Krieps le pone toda su enjundia en una actuación plena de matices que con justicia recibió el premio en la Sección “Un certain regard” en Cannes 2022.
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