TRAYECTORIAS
La sección Trayectorias es uno de los platos fuertes del festival ya que ahí se reúnen las recientes obras de los directores más afamados. El espectador tiene oportunidad de acercarse a sus realizadores favoritos con un amplio panorama de propuestas. Al margen de algunos estrenos nacionales es la que convoca más público, la que llena las salas y en muchas oportunidades agota las localidades.
Ira Sachs, director norteamericano oriundo de Memphis, estuvo presente con dos obras: “El amor es extraño” del año 2014 que fuera premiada y nominada en numerosos festivales y su último opus “Passage”. Esta última, reseña los entretelones de un vínculo entre dos hombres que luego de quince años se quiebra al enamorarse uno de ellos apasionadamente de una mujer. Una experiencia novedosa, excitante que Tomas, a cargo de Franz Rogowski (quizás el actor europeo del momento, presente en varios de los últimos títulos de Christian Petzold), no sabe bien como manejar. Surgen los celos, cuando Martin, su ex pareja, encarnado por Ben Whishaw (el “Q” de las últimas películas de James Bond), se relaciona sentimentalmente con un escritor afrodescendiente. El futuro se complica cuando Agathe (Adèle Exarchopoulos, conocida por su rol en “La vida de Adèle”), queda embarazada y sus padres se entrometen de manera inquisitiva en la relación. Rogowski compone un personaje destructivo, un depredador que rompe corazones a diestra y siniestra sin importarle las consecuencias, manipula a las personas como un director a los actores en un set. Se maneja por impulsos, todo lo que toca lo ensucia, su conducta deja estragos por doquier, nunca se responsabiliza por sus actos en un triángulo sexual que afecta a todos por igual. “Passages”, cuyo título se refiere a las transiciones por las que pasa el protagonista, tiene reminiscencias del cine del alemán Fassbinder por el clima, las situaciones melodramáticas en que se ven envueltos el trío actoral, por el destino amargo que les tiene reservado el excelente guión a cargo del director junto a Maurico Zacharias, asiduo colaborador de Sachs y del brasilero Karim Aïnouz. Si bien no es autobiográfico (Rogowski compone a un director de cine homosexual, casado, próximo a ser padre, hechos vinculados a la vida del director de “Frankie”), quedan las puertas abiertas para reflexionar cuanto hay de cierto en lo que se cuenta. Mucho público siguió con atención el film que compitió en el último Festival de Sundance y premió al final con numerosos aplausos.
El coreano Hong Sang-soo presenta una cinematografía prolífica en los últimos años, como la de los directores clásicos que dependían de los estudios, que le permite estar presente en numerosos festivales. En nuestro país, Mar del Plata, el BAFICI y el Festival de cine coreano suelen presentar sus últimas realizaciones. En esta oportunidad “In Water”, podría ser considerada una “nouvelle” por su escasa duración de tan solo una hora. Muchas de las características de su cine están presentes: personajes masculinos inseguros, profusión de diálogos alrededor de una mesa, un director de cine como personaje, el mar, el estilo naturalista con un punto de vista casi documental. En la presente obra le añade el fuera de foco que llevó a parte de la audiencia a protestar en la sala al no identificarlo como un recurso del director y sí como un error de la proyección. Lo mismo había sucedido con “Bailar en la oscuridad” (Lars von Trier – 2000) al mostrar en los primeros minutos una pantalla totalmente en negro con solo el fondo de una banda sonora, lo que provocaba la salida de la sala de algunos espectadores para reclamarle a los acomodadores. La falta de nitidez, no así el subtitulado sobre las imágenes (lo cual daba una pauta que no se trataba de un error), puede remitir a muchos factores: las dudas, miedos e indecisiones del protagonista, la memoria los recuerdos, o bien el deambular sin rumbo fijo que propone el ocio. Si bien aquí se trata de un novel director que busca locaciones y temáticas para filmar un corto, el cine de Hong Sang-soo parece estar contando siempre la misma historia con pequeñas variaciones en la que los personajes saltan de una cinta a otra. Las locaciones son casi siempre iguales, los espacios tienden a ser reducidos para proponer un plano fijo, el estilo minimalista resalta los detalles y los objetos. El final incierto sin un cierre definitivo indica que la historia continuará con otros personajes, con otro título, con la única duda de si persistirá en el mundo borroso que evoca también todo aquello que nos rodea y no vemos.
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