EL GRAN DIFUSOR DEL FOLKLORE ARGENTINO
El devenir del referente del folklore nacional abarcó innumerables disciplinas y cualidades con una característica que lo distinguía de los demás: el trovador errante que llevó su arte por todos los rincones del mundo. El documental de Federico Randazzo Abad recupera material fílmico, cartas, postales y casetes arrumbados en el Museo Agua Escondida en el norte de la provincia de Córdoba, para cobrar vida y ser testimonios del legado de uno de los hitos de la cultura argentina.
Nacido en la provincia de Buenos Aires, de padre mestizo y madre vasca se traslada de niño a la provincia de Tucumán donde aprende a tocar el violín, que a posteriori influenciará en el modo particular de tocar la guitarra. En esa provincia accede a los lugares más recónditos junto a la musicóloga Isabel Aretz, para registrar cantos ancestrales con el fin de elaborar un compendio sonoro que le permitiese enriquecer su bagaje musical. Una faceta etnográfica poco conocida del cantautor.
Sus inclinaciones políticas solo le acarrearon problemas, lo obligaron a exiliarse, solo encontró detractores, torturas físicas y un acuerdo impuesto con el nefasto Subsecretario de Prensa y Difusión, Raúl Apold, que lo rodeó de enemigos y lo llevaron a tomar la decisión de alejarse de cualquier postura partidista.
Tuvo como gran colaboradora a su gran amor, Atonietta Pepin Fitzpatrick, apodada “Nenette”, madre de su único hijo, Roberto Chavero, compositora y pianista francesa que puso música a famosas letras de su marido como “El arriero va” y “El alazán”. A lo largo de los noventa minutos es innumerable la correspondencia, escrita de puño y letra por Atahualpa dirigida a ambos, en la que manifiesta su afecto y su nostalgia debido a un alejamiento por su trabajo o por un destierro obligado.
Su periplo por algunos países de la Cortina de Hierro a fines de la década del cuarenta cobra importancia en Budapest, donde toma contacto con Zoltán Kodály, un músico con similitudes con el argentino, y donde son registradas y editadas algunas de sus melodías. Cuando los fondos del partido comunista que patrocinaba su gira se acaban, recala en París, ciudad a la que enceguece con su presencia, según manifiesta la voz en off de la película, donde comparte el escenario con Edith Piaf. En la década del sesenta se destacan sus constantes viajes a Japón y más tarde al África musulmana para difundir las armonías latinoamericanas a través de su guitarra.
“Atahualpa Yupanqui, un trashumante” es un viaje a nuestra identidad, es asomarse a un universo en parte desconocido de la historia de nuestro folklore, es acercarse a un hombre que con un lenguaje propio emocionó a audiencias en distintas partes del mundo. En síntesis, un documental que enriquece la filmografía nacional.
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