CONMOVEDORA E IMPRESCINDIBLE
¡Bienvenido el cine clásico! Luego de los juegos fantásticos propuestos en la engorrosa y atrevida “Pequeña flor”, que descolocó a parte del público habituado al estilo narrativo tradicional de Santiago Mitre, el director opta por una obra que sigue a rajatabla los preceptos del cine judicial de Hollywood. El fiscal Strassera bien podría ser el empedernido Geoff Carter (Cary Grant) en “Sólo los ángeles tienen alas” (Howard Hawks – 1939), que pese a las condiciones climáticas adversas atraviesa Los Andes regularmente durante seis meses. O bien Joe Winocki (John Garfield) en “El bombardero heroico” (Howard Hawks – 1943), el artillero descreído que cambia de actitud y se compromete con una causa luego del ataque a Pearl Harbor en la Segunda Guerra Mundial. También su rol se asemeja al del joven abogado Ramson Stoddard (James Stewart) en “Un tiro en la noche” (John Ford – 1962), que sin saber manejar armas se enfrenta al despiadado pistolero Liberty Valance en un duelo en las que tenía todas las de perder. Los héroes de Hawks, valientes y rodeados de un equipo colaborador, los de Ford, a contramano de sus semejantes, los personajes de Frank Capra, inocentes pero imbuidos de espíritu patriótico o los jóvenes idealistas que rodeaban a Elliot Ness en su lucha contra la mafia sobrevuelan las acciones del fiscal argentino.
El guión, coescrito por Mitre y Mariano Llinás, abarca el período 1984-1985 en nuestro país, para centrarse en las figuras del fiscal Julio Strassera, el fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo y su joven equipo jurídico, quienes armaron una inteligente estrategia de acusación en tiempo récord, en contra de la mayoría de los integrantes de las Fuerzas Armadas que ocuparon el poder luego del Golpe de Estado de 1976. El juicio en cuestión sería el primero en el que un tribunal civil juzgaría a una cúpula militar en la historia universal, y un ejemplo de la transparencia entre los distintos poderes que se manejaron con total independencia: el presidente Ricardo Alfonsín firmó el decreto, el Senado lo modificó y la Magistratura junto a la Fiscalía llevaron adelante el proceso.
“Argentina, 1985” refresca la memoria, instruye a quienes desconocían los hechos y por sobre todo muestra el peligroso entorno en una democracia aún endeble que rodeó el litigio judicial. Mitre utiliza material de archivo, recreaciones y fuera de campo según los personajes y las situaciones. En algunos pasajes recurre al granulado para sugerir registros del pasado o bien imágenes ópticas propias de una señal de video, para aludir a una transmisión televisiva. El crecimiento dramático, atenuado por el personaje del hijo del fiscal, un “comic relief” (personaje que usa el humor para reducir la tensión de la historia), asoma con el uso de la cámara con distintos tipos de planos, el recurso del travelling, el trabajo de montaje, los diálogos, las conmovedoras declaraciones de experiencias límites vividas por los testigos y el alegato final de gran impacto emocional.
Al corazón del elenco, compuesto por los impecables Ricardo Darín, Peter Lanzani, un rescatado Norman Briski, Alejandra Flechner, Carlos Portaluppi y Susana Pampín, se les suman una serie de actores del cine independiente que vale la pena destacar. Laura Paredes, en el rol de la testigo Adriana Calvo de Laborde, captada siempre en primeros planos, brilla a través del subtexto que le agrega al personaje. La mirada, la compenetración, la postura son matices que hablan de una gran actriz surgida de las entrañas del director Matías Piñeiro, siempre rodeado de grandes intérpretes. Héctor Díaz, asiduo partícipe de las películas de Mitre, es el abogado defensor de los militares que con sutiles gestos se gana la antipatía del espectador, Walter Jakob muy solvente como el juez que sorprende espiando al hijo del fiscal. Por último, Anahí Martella que tiene pocos planos, pero sí uno trascendental al colocarse el pañuelo en su cabeza luego del alegato de Strassera.
“Argentina, 1985” cierra un ciclo de películas que comprenden a las realizadas sobre los desaparecidos y la Guerra de las Malvinas, un film necesario sobre dos hombres grises que tuvieron su momento de lucimiento. Es el reflejo de una etapa relevante de la historia argentina en la que se esgrime como estandarte condenar la muerte como herramienta del Estado. De aquí en más habrá que contar la otra cara de la historia: la de los años turbulentos del último gobierno de Perón y su tercera esposa, el accionar de la guerrilla y las injustas muertes de aquellos cuyo mayor pecado era portar un uniforme. Pero, para ello, deberá correr mucha agua debajo del puente.
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