LOS JUEGOS DE LA MENTE
Del fondo del arcón de los recuerdos surge esta obra realizada en el 2021 por el director formoseño Ezio Massa, que ya tiene en su haber una producción posterior datada en el 2023. El film corría el peligro de ser encasillado como medio metraje, ya que su historia apenas llega a la hora. Para subsanarlo y entrar en una categoría más comercial, le agregaron unos extensos créditos finales que se desplazan a una velocidad propio de una tortuga. Massa, un director de género, llega a las pantallas argentinas con su primer largo filmado en Estados Unidos, hablado casi en su totalidad en inglés, con algunas figuras del star system americano en el elenco como Eric Roberts, junto a los argentinos Rodrigo Guirao Díaz y Nanci Guerrero.
Ante el hallazgo de dos cuerpos en una vivienda de un pueblo del estado de New York, acuden al lugar del crimen el detective DiBiasse (Roberts), en lo que será su último trabajo como investigador, junto a un novel colega (Guirao Díaz) en su primer caso. A partir de este punto, la historia se divide en dos tiempos, uno veinticuatro horas antes del hallazgo, en el que interactúan el dueño de casa, Alan Schaeffer (Dylan Walsh), un afamado escritor de thrillers, y un guardia de seguridad (Steve Stanulis), que acudió a la vivienda ante el desesperado llamado del dueño al considerar su vida en peligro. El otro tiempo es el presente de la indagación.
La mayor interacción se da entre el escritor y su custodio, lo que por momentos se transforma en una pieza teatral con muchos diálogos. El inicio prometedor con planos cenitales nocturnos, una tormenta con relámpagos que acecha, una música inquietante, junto a un montaje vertiginoso que ametralla sobre la pantalla piezas de un rompecabezas, se diluye de a poco, al privilegiar el encuentro mencionado al inicio de este párrafo, que le quita todo el suspenso que podría haber aportado la investigación de los detectives, objetos casi decorativos en la trama. Ni siquiera el duelo verbal o las situaciones planteadas entre Walsh y Stanulis aportan intriga al relato.
Los personajes de una novela que se apoderan de la mente de un escritor, confundiendo realidad con ficción, es un tema que ya ha sido llevado al cine por prestigiosos directores como Oliver Stone en “La reina del mal” (1974) y George Romero en “La mitad oscura” (1993). Sujetos, producto de la imaginación del novelista, que acechan su mente y guían su camino con consecuencias peligrosas fueron mejor tratados que por este híbrido de Massa. Ojalá levante la puntería, ya que acceder al mercado norteamericano, no es tarea fácil.
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