El perro que no calla - 9 - Carajita
Sebastián (Daniel Katz) es un joven que enfrenta los embates que la vida le pone por delante con calma, algo de resignación, sin levantar la voz, siempre bien dispuesto con el prójimo. Su vocación parece estar marcada por el cuidado, ya sea de personas, animales o plantas. Su vida atraviesa diferentes etapas de empleo, subempleo y desempleo mientras intenta construir una familia con lo que está a su alcance.
En el comienzo, la obra de Ana Katz parece tomar el tono de comedia como Cetáceos (Florencia Percia – 2017) con esa reunión de vecinos tan particular. Incluso el personaje de Daniel Katz tiene alguna similitud con el de Esteban Bigliardi en el film de Percia. El recurso de los dibujos para relatar la muerte del perro, para atenuar el drama, parece indicar que El perro que calla mantendrá su tónica. Sin embargo, los climas cambian, surge un drama suavizado al estilo de La novia errante (Katz – 2007) y la ciencia ficción.
La directora presenta al hombre moderno, como un ser alejado del patriarcado, como alguien más pasivo en el que el costado femenino parecería prevalecer sobre el masculino. Por otro lado, la adaptabilidad del ser humano ante pandemias o cataclismos que promueven situaciones surrealistas, es otro de los tópicos que interesan a la autora de Sueño Florianópolis (2018). Una apuesta arriesgada, que se distancia de sus anteriores obras, con una mezcla de géneros en el que en ningún momento se afianza uno de ellos, puede provocar el desencanto en sus seguidores, acostumbrados a otros lineamientos y criterios narrativos. Como de costumbre, todos los rubros técnicos, la música y las actuaciones lucen impecables.
En italiano existe una palabra, “spaesato”, que se aplica cuando la persona se encuentra incómoda en el ambiente que la rodea, perdida, no consustanciada con el entorno. Es el término apropiado para describir la situación de Christian Arias (Enzo Vogrincic), la promesa del fútbol uruguayo, que está en un impasse de su carrera, mientras espera ser transferido a un nuevo equipo. El jugador viene de protagonizar un hecho violento en un partido con la camiseta nacional. Mientras cumple la sanción, se instala en una lujosa vivienda de un aislado barrio privado junto a su padre (Rafael Spregelburd) que oficia de manager y a su preparador físico. El jugador está en crisis, sufre la presión de los medios, el aburrimiento de la rutina diaria y las imposiciones de un padre despótico que hasta le indica los momentos en que puede tener sexo y con quién.
9, la película de los uruguayos Nicolás Branca y Martín Barrenechea, remite en primer lugar, al episodio protagonizado por el jugador uruguayo Luis Suárez y su famosa mordida en la oreja a un jugador italiano en el Mundial del 2014 en Brasil. Por otra parte, recuerda los casos de los padres de los tenistas André Agassi y Guillermo Pérez Roldán por la exigencia, sometimiento y violencia que ejerce el personaje de Spregelburd. La urbanización solitaria y despoblada es una burbuja, o como bien dijo la periodista France Roche respecto del complejo “Cantegril”, con motivo del Primer Festival de Cine de Punta del Este en 1951: “Un campo de concentración para millonarios.”. El encuentro fortuito con Belén (Sofía Lara), una vecina que practica el tenis, le cambiará su concepto de la vida, lo hará enfrentar a sus fantasmas y aprender a conjugar el verbo desafiar.
Los directores optan por tomar el punto de vista del joven, tímido y sensible, que ve cercenada su libertad y es manejado como un títere. La puesta estática, el uso de espejos y la discreta banda sonora permiten recrear la psicología del personaje y ese estado de no pertenencia en el que se encuentra. Una de las mejores películas de la Competencia Latinoamericana.
Yarisa es una joven niñera que trabaja en la casa de una familia acomodada de la República Dominicana, rodeada de una naturaleza exuberante. Tiene a su cargo a la adolescente Sara con la cual tejió un vínculo intenso en afectos, algo que carecen ambas en sus núcleos familiares por distintas razones. La aparición de Mallory, la hija biológica de Yarisa, produce un replanteo de los vínculos, un conflicto de intereses en el triángulo y una tragedia que afectará por partes iguales a las tres mujeres.
Carajita, la película que representa al país del Caribe en la Competencia Latinoamericana, dirigido por la argentina Silvina Schnicer y el español Ulises Porra, se mueve entre dos espacios sociales sin estacionarse en un enfoque realista del contexto. La música con sus ritmos, la fotografía con sus encuadres, la presencia de chivos le agregan un toque mágico que desestabilizan la narración de manera positiva. La combinación de actores profesionales con jóvenes del lugar, le agregan frescura y espontaneidad a muchas de las secuencias entre las que se destacan la del funeral con sus cánticos y la del encuentro con el chivo desafiante en el camino. La intriga, las emociones y las diferencias sociales se enlazan en una buena historia teñida de realismo mágico.
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